sábado, 20 de junho de 2015













(LA ONDA DIGITAL - URUGUAY - Traducido por Cristrina Iriarte) - El Senado Federal aprobó, esta semana, la constitución del Nuevo Banco de Desarrollo el llamado Banco de los BRICS, formado por los gobiernos de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con un capital final previsto en 100 mil millones de dólares. La Cámara de Diputados ya había dado su autorización para la participación de Brasil en el proyecto, más allá de la constitución de un fondo de reservas para préstamos multilaterales de emergencia también por un valor de 100 mil millones de dólares.
Formar parte del Banco de los BRICS, y del propio grupo BRICS, de forma cada vez más activa, es algo esencial para Brasil, y para su inserción, con alguna posibilidad de autonomía y de éxito, en el nuevo mundo que se dibuja en el Siglo XXI.
En este nuevo mundo, la alianza anglo-norteamericana, y entre los Estados Unidos y Europa, que ya de por sí no es monolítica, cuyas contradicciones se pusieron en evidencia por sucesivas crisis capitalistas en estos primeros años del siglo, está siendo sustituida, paulatinamente, por el desplazamiento del poder mundial hacia una nueva Eurasia emergente – que no incluye a la Unión Europea – y, principalmente, hacia China, listos a superar, en pocos años, a los EE.UU. como la mayor economía del mundo. mauro-santayana-250Pekín ya es, desde 2009, el mayor socio comercial de Brasil, y también el mayor socio económico de muchos de los países latinoamericanos.
China ya es, también, la mayor plataforma de producción industrial del mundo.
Ya pasó el tiempo en que sus fábricas producían artículos de dudosa calidad, y, hoy, sus centenas de miles de ingenieros y cientistas – incluso en las universidades occidentales es difícil que se haga un descubrimiento científico de importancia sin la presencia o el liderazgo de un chino en el equipo – producen tecnología de punta que, muchas veces, no está disponible ni siquiera en los países occidentales más avanzados.
En este nuevo mundo, China y Rusia, rivales durante ciertos períodos del siglo XX, se están preparando para ocupar y desarrollar, efectivamente, las vastas estepas y cadenas de montañas que las separan y los países que en ellas se encuentran, construyendo, en esta inmensa frontera, hoy todavía poco ocupada, decenas de ciudades, carreteras, vías e hidrovías.
La pieza central de este gigantesco proyecto de infraestructura es el Gasoducto Siberiano. También llamado Gasoducto de Eurasia, fue lanzado en septiembre del año pasado en Yakutsk, en Rusia, e irrigará la economía china con 38 mil millones de metros cúbicos de gas natural por año, para hacer frente al mayor contrato de la historia, por un valor de 400 mil millones de dólares, que fue firmado entre los dos países.
En este nuevo mundo, la India, cuya población era masacrada, no hace muchas décadas atrás, por parte de la caballería inglesa, posee misiles con ojivas atómicas, es dueña de la Jaguar y de la Land Rover, del mayor grupo de acero del planeta, es el segundo mayor exportador de software del mundo, y manda, con medios propios, sondas espaciales a la órbita de Marte.
Y Brasil, que hasta hace poco tiempo, debía 40 mil millones de dólares al FMI, es acreedor del Fondo Monetario Internacional, y el tercer mayor acreedor exterior de los Estados Unidos.
Manipulada por una matriz informativa y de entretenimiento producida o reproducida a partir de los EE.UU., diseminada por redes y distribuidoras locales y por los mismos canales de TV por cable norteamericanos que pueden ser vistos en muchos otros países, la mayoría de la población brasileña ignora, infelizmente, la existencia de este nuevo mundo, y el surgimiento de esta nueva realidad que podrá influir, independientemente de su voluntad, en su propia vida y en la vida de la humanidad en los próximos años.
Más grave aún. Parte de nuestra opinión pública, justamente la que se considera, irónica y teóricamente, la más bien informada, se empeña en combatir a hierro y fuego este nuevo mundo, basada en un anticomunismo tan inconsistente como superado, que resurge como el aliento putrefacto de una momia, resucitando, como en las películas post-apocalípticas, a miles de zombis ideológicos.
Los mismos hitlernautas que alertan hacia los peligros del comunismo chino en sus comentarios en Internet y piensan que es un absurdo que Pekín, de un monto de 4 mil millones de dólares en reservas internacionales, le preste dinero a la Petrobras, o para infraestructura, al gobierno brasileño, usan tablets, celulares, computadoras, televisores de pantalla plana, automóviles, producidos por marcas chinas, o que poseen piezas “Made in China”, fabricadas por empresas estatales chinas o con capital público chino del Industrial & Commercial Bank of China, ICBC, el mayor banco del mundo.
Hijos de estancieros que producen soja, pollos, carne vacuna, de cerdo, destilan odio contra la política exterior brasileña, así como funcionarios de grandes empresas de minería, cuando no tendrían a quien vender sus productos, si no fuese por la demanda rusa y, en muchos casos, la china.
Nuestras empresas con negocios en el exterior son atacadas y ridiculizadas, como si sólo las empresas extranjeras tuviesen el derecho de instalarse y de hacer negocios en otros países, inclusive el nuestro, para enviar divisas y crear empleos, con la venta de servicios y equipos, en sus países de origen. Es preciso entender que al formar una alianza estratégica con Rusia, China, India y Sudáfrica, Brasil no precisa, ni debe, necesariamente, congelar sus relaciones con los Estados Unidos o con la Unión Europea. Pero podrá, con ellos, negociar en una condición más altiva y más digna como jamás lo hizo en el pasado.
Es en este sentido que se inserta la aprobación del Banco de los BRICS por parte del Congreso.
A pesar de haber escalado, desde 2002, siete posiciones entre las mayores economías del mundo, Europa y los EE.UU. se niegan, hace años, a reformular el sistema de cuotas para dar mayor poder a Brasil, y a otros países de los BRICS, en el FMI y en el Banco Mundial.
Si no lo quieren que no lo hagan. Como muestra el Banco de los BRICS, podemos crear nuestras propias instituciones financieras multilaterales.
Los BRICS, tienen, hoy, como grupo, no sólo el mayor territorio y población del mundo, sino también más del doble de las reservas monetarias de los EE.UU., Japón, Alemania, Inglaterra, Canadá, Francia e Italia, sumados. Lo que le molesta a los Estados Unidos y a Europa, y a sus acólitos, en Brasil, no es el supuesto comunismo o “bolivarianismo” del actual gobierno, sino el nacionalismo posible, hasta cierto punto tímido, políticamente contenido, y siempre combatido, de los últimos años.
Existe una premeditada, permanente, hipócrita, subalterna, entreguista, presión, que no se afloja, enfocada en que se abandone una política exterior mínimamente independiente y soberana, que pueda situar a Brasil, geopolíticamente, frente a los desafíos y a las oportunidades del mundo cada vez más complejo y competitivo del siglo XXI.

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