(La Onda Digital - Traduccion de Cristina Iriarte) - En los últimos días, diarios y portales periodísticos han dado énfasis a la información que la asistencia financiera a la Odebrecht por parte del BNDES se habría “disparado” desde 2007 hasta ahora, y que los diplomáticos brasileños que prestan servicio en otros países y en Venezuela, habrían apoyado a la empresa y celebrado, en comunicados y correspondencia interna, el hecho de haber aumentado en los últimos años sus negocios en el exterior.
Se llama la atención sobre esto, como si hubiese algo irregular en estos dos hechos.
En primer lugar, que nuestro mayor banco de fomento, que lleva en sus siglas los adjetivos “económico” y “social”, financie a clientes internacionales de la empresa de ingeniería y construcción más grande de América Latina, la adquisición de productos y servicios brasileños.
Y, en segundo lugar, que diplomáticos brasileños le den apoyo a la expansión de empresas nacionales en el exterior, como lo hacen miles de veces, embajadores y encargados de negocios norteamericanos en todo el mundo, como se puede ver en cientos de cables publicados en Wikileaks.
De acuerdo a estos datos, los financiamientos del BNDES a clientes de la Odebrecht en el exterior, habrían pasado de un promedio de 166 millones de dólares por año, de 1998 a 2005, a mil millones de dólares, en promedio, luego, hasta 2014.
Una cantidad que equivale a un porcentaje – como el propio artículo acaba informando más adelante – de apenas un 8,4% de los contratos totales de la Odebrecht fuera de Brasil en el período, que totalizaron 119 mil millones de dólares, en su mayoría prestados por bancos internacionales – lo que muestra que el BNDES no está solo en su confianza en la empresa – para el financiamiento de la ejecución de proyectos de sus clientes en otros países.
Para tener una idea, los recursos del BNDES para financiar pagos a la Odebrecht alcanzaron en 2014 apenas un 7% de los 14 mil millones de dólares que la empresa facturó el año pasado.
Sin embargo, al leer el artículo, muchos lectores pueden llegar a pensar que este aumento fue sólo para la Odebrecht, o, como dicen muchos, que el BNDES ha invertido preciosos recursos fuera de aquí, en lugar de aplicarlos en proyectos dentro de Brasil.
Esto sería cierto, si, en los últimos años, el BNDES hubiese retirado de su presupuesto histórico, sin aumentarlo, dinero para obras en el exterior y si estas obras no hubiesen creado miles de empleos para brasileños, dentro y fuera del país.
Como proyectos de la Odebrecht en el exterior, se citan el subte de Caracas y de Los Teques, en Venezuela – el primer financiamiento para esta obra fue del gobierno de Fernando Henrique Cardoso – centrales hidroeléctricas y termoeléctricas en Ecuador, Angola, Perú, República Dominicana.
Pero lo que ocurrió fue exactamente lo contrario.
Los desembolsos del BNDES, para financiamiento de todos los sectores de la economía, pasaron de menos de 35 mil millones de reales en 2002, a 187 mil millones de reales en 2014.
Es más, si de 1990 a 2006, en 16 años, el dinero prestado por el BNDES EXIM, su brazo de apoyo a la exportación, fue de aproximadamente 23 mil millones de dólares, este aumentó, en sólo siete años, de 2007 a 2014, a más de 40 mil millones de dólares – para ser más exactos, 128 mil millones de reales, beneficiando no sólo a la Odebrecht y otras grandes empresas, sino, por medio de ellas, a miles de pequeñas y medianas empresas brasileñas.
Otra impresión que queda, para cierto tipo de público, al leer el texto, es que la Odebrecht parece ser una organización “tercermundista”, “comunista” y “bolivariana”, que sólo se expandió en el mundo gracias al apoyo del PT.
Como proyectos de la Odebrecht en el exterior, se citan el subte de Caracas y de Los Teques, en Venezuela – el primer financiamiento para esta obra fue del gobierno de Fernando Henrique Cardoso – centrales hidroeléctricas y termoeléctricas en Ecuador, Angola, Perú, República Dominicana, un gasoducto en Argentina, aeropuertos “como el de Nacala, en Mozambique”, y el omnipresente, en la prensa brasileña, desde hace un tiempo, Puerto de Mariel, en Cuba.
Pero no se dice nada, para mayor información de los lectores y de toda la sociedad brasileña, que, si la Odebrecht hizo obras en el puerto de Mariel, en Cuba, también las hizo en el Puerto de Miami, como la infraestructura que permitirá recibir los super cargueros que atravesarán el nuevo Canal de Panamá, ampliado; que si hace obras en el aeropuerto de Nacala, en Mozambique, también las hace en el aeropuerto de Miami – la nueva Terminal Norte del Miami Airport, construido por la Odebrecht, recibió el premio Global Best Projects, de la prestigiosa revista ENR, Engineering News-Record – o en los aeropuertos de Orlando y de Fort Lauderdale; que si hace el subterráneo en Venezuela, también ya hizo una especie de metro suspendido en Miami; carreteras como la Route 56, en California, la SR 836/I-395 en Florida, o la Sam Houston y la Grand Parkway, en Texas, viaductos como el Golden Glades y estadios como el American Airlines Arena, en Miami, centros culturales como el Adrienne Arsht Center for Performing Arts, en la misma ciudad, sistemas de protección hidraúlicos y ordenamiento hídrico contra inundaciones, como la Represa de Seven Oaks, en California, o el LPV-9.2, que protege las estaciones de bombeo del Lago Pontchartrain, en Louisiana, contra huracanes.
Todo esto en los Estados Unidos, país en el que está presente desde 1990, y en el cual emplea – entre ellos a muchos brasileños – a miles de trabajadores de 33 diferentes nacionalidades.
Como vemos, la situación es tan surrealista y absurda, que, aunque la capital de la Odebrecht, fuera de Brasil, sea Miami – la ciudad más conservadora de los EE.UU. – y no La Habana, su presidente está preso y es fustigado, diariamente, en las redes sociales brasileñas, por el supuesto “bolivarianismo” de su empresa y eventuales “conexiones” con el PT.
Ya hace algún tiempo que el BNDES viene siendo violentamente atacado en las redes sociales.
Se pretende, en la “libertad total” de la prorrogada, persistente, duradera, temporada de Caza del Cuerno en la Cabeza de Caballo, o del pelo en el huevo, involucrar, “de boca”, al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social con alguna irregularidad.
Se convirtió en un lugar común decir que existe una “caja negra” del BNDES, que, de abrirse, sacudiría a la República – en los círculos más ignorantes sigue viva la leyenda urbana de que la familia Lula es dueña de la FRIBOI, también beneficiada por financiamientos del banco – cuando se trata de una de las más serias y competentes instituciones brasileñas, y de un pilar de gran importancia para el desarrollo económico y social del país.
Otro mito recurrente, en los últimos tiempos, es que las operaciones del BNDES en el exterior habrían abierto agujeros en el tesoro y ocasionado miles de millones de dólares de perjuicio al país.
Al contrario de lo que muchos piensan, el BNDES no acostumbra salar la carne en mal estado y es una de las instituciones más sólidas del mundo.
El índice de Basilea exige más del 11%, cuando el del BNDES es del 15,9%. El Capital Principal tiene que ser de más del 4,5%, cuando el del BNDES es del 10,6%. La Exposición Cambiaria tiene que ser menor al 30%, cuando en el BNDES es de apenas el 4,8%. La exposición al Sector Público debe ser de menos del 45%, cuando en el BNDES es del 26,2%. La inmovilización debe ser menor al 50%, cuando en el BNDES, es de sólo el 11,4%. Los datos son de diciembre de 2014.
Sus activos aumentaron de 782 a 977 mil millones de reales (eran menores a 43 mil millones en 2002) entre diciembre de 2013 y un año después. El Patrimonio Líquido subió de 60 a 66 mil millones de reales, la morosidad se mantuvo en un modestísimo 0.01% y las ganancias, el Resultado Líquido, subió de 8.150 a 8.594 mil millones de reales a fines de 2014.
Lo que dificulta la expansión de la infraestructura en Brasil no es la falta de dinero. Es la ortodoxia monetaria que impide que el gobierno se endeude, eventualmente, para desarrollar – e incluso defender – al país, como habitualmente lo hacen naciones como los Estados Unidos, que están entre los mayores deudores del mundo, y todo tipo de obstáculos y de sabotaje que hacen que obras como la Hidroeléctrica de Belo Monte – y la propia refinería Abreu y Lima – ya hayan enfrentado decenas de interrupciones.
El Congresso aprobó el fin del secreto de operaciones de financiación exterior del BNDES – vetado por la Señora Dilma Roussef – como si esta norma fuese practicada en bancos de apoyo a la exportación de países como Corea del Norte, cuando forma parte del comportamiento normal – para no entregar informaciones gratuitas a la competencia – de bancos e instituciones similares en naciones como Alemania (KFW), Canadá (Banco de Desarrollo de Canadá), España (ICO), y la JFC- Japan Finance Corporation y el JBIC – Japan Bank for International Cooperation, de Japón.
No tenemos mayores simpatías por la Odebrecht de las que tendríamos con relación a cualquier empresa que generase el número de empleos que genera y que fuese de la importancia estratégica que tiene para Brasil, dado que ella está al frente, entre otros importantes proyectos – condición también amenazada por los problemas que está viviendo ahora – de la construcción de nuestra nueva base de sumergibles, de varios submarinos convencionales y del nuevo submarino atómico nacional.
También creemos que es hora que las empresas que son financiadas por el BNDES en el exterior promuevan una acción institucional colectiva para explicar al público como funcionan los financiamientos de esta institución en este área y la importancia de la exportación de servicios de ingeniería para Brasil y la economía nacional, y que el BNDES haga lo mismo, ya que tiene el deber de rendir cuentas a la población.
Pero el primer compromiso de un periodista es con la verdad.
Y la verdad, más allá de los hechos citados, es que no se hacen grandes naciones sin grandes bancos públicos, como el BNDES, para financiar su desarrollo y sus exportaciones, sin una diplomacia activa en defensa de los intereses nacionales y sin grandes grupos empresariales, especialmente de las áreas de ingeniería e infraestructura, que puedan apoyar la venta de sus productos y servicios y proyectar – hacia lugares menos y más desarrollados que el nuestro – la imagen de un país activo y competente fuera.
Los financiamientos del BNDES en el exterior garantizan un millón quinientos mil empleos en Brasil, y la supervivencia de miles de empresas brasileñas, como las que proveen servicios y productos para clientes de la Odebrecht en el exterior, cuya lista, (sólo de las más importantes) retirada del sitio web de la empresa, estamos dispuestos a publicar después de este texto.
Son instrumentos de financiamiento, apoyo gubernamental, know-how avanzado, entre otros – los que distinguen a los países fuertes y exitosos de los más dependientes y débiles, y que abren camino hacia el avance de ciertas naciones en detrimento de otras, en un planeta cada vez más complejo y competitivo.
Y existen naciones que se arriesgan a esto, o se ven impedidas – infelizmente, incluso desde adentro – de alcanzar el desarrollo y el progreso, por el surgimiento, insidioso, de una quinta columna en la que desfilan, hombro con hombro, el arbitrio, la intriga, la hipocresía, la obsecuencia con los de afuera, la intolerancia con los más débiles, la manipulación, el auto-prejuicio y la ignorancia.